Una noche de estrellas fugaces,
brillante como el reflejo del sol,
había tres mansos tigres voraces
había tres mansos tigres voraces
con grandes mechones color calor.
Uno de ellos cantaba con dulzura,
otro bailaba al paso de hip-hop,
el último miraba con ternura
la sabana africana del amor.
Dieciocho hormigas aparecieron,
íban saltando, corriendo y jugando,
pero no llegaron ni al granero.
El granero era su grandioso lugar.
Allí vivía la reina hormiga,
y llegamos al hermoso final.
Javi Marqués 3ºD
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